martes, 6 de diciembre de 2011


Más que un mitin, una fiesta entre amigos

La alegría fue el punto destacado del mitin del PP en Leganés, recién inaugurada oficialmente la campaña electoral. Se transmitió un mensaje más cargado de emotividad que de propuestas

MARÍA TERESA MUÑOZ|MADRID

En España ya ha comenzado el cambio, el Partido Popular con Mariano Rajoy como candidato a la presidencia, se alzó el 20 de noviembre con la mayoría más que absoluta. Tras dos legislaturas incompletas, ahora es la gaviota la que desplaza a la rosa, para afrontar una época de dificultades económicas que podría traer todavía muchos sin sabores. Toca cumplir lo que se prometió durante los intensos 15 días de campaña electoral en toda la geografía española. A partir de ahora y hasta que finalice el gobierno de Rajoy, sus simpatizantes tendrán tiempo para valorar si se merece aquellos aplausos que le regalaron el 5 de noviembre en el pabellón deportivo Europa de Leganés, en un mitin marcado por unas promesas de futuro que no ahondaban lo suficiente.

Leganés fue uno de los primeros destinos elegidos por Rajoy y su equipo para difundir su programa, y así pedir el voto un día después de que se produjera el pistoletazo de salida de la carrera por la Moncloa. Prácticamente lleno, el pabellón era ya antes de que comenzara el mitin, una fiesta popular. El ambiente se iba gestando con merchandising del candidato, pancartas de apoyo, la sintonía propia del partido reproducida en bucle, y una marea de banderas azules que se izaban cuando la alegría producía un éxtasis en los asistentes. Se percibían los nervios y la ilusión propios de aquellos momentos en los que se sabe que se va a recibir una sorpresa. Como en cualquier espectáculo en el que no puede faltar la fase previa a la gran función a cargo de los teloneros, un mitin no iba a ser menos, una voz masculina asumió ese papel, guiando al público y animándolo aún más con canciones tan sugerentes como la famosa versión “Alfredo no te creo” o “La despedida”, en honor a Rubalcaba. Los asistentes, la inmensa mayoría simpatizantes y afiliados al PP, no dudaban en cantar y en transmitir su euforia, justificada por los resultados favorables de las encuestas. Por lo que el mitin no venía más que a confirmar lo que ya sabían los líderes populares, y es que su público estaba convencido de que la solución era el PP, que por ello se sumarían al cambio y ganarían las elecciones. El acto sería como una reunión de amigos en un ambiente festivo.

Asistentes al mitin en el pabellón de Leganés

Eran las 12:00 horas de la mañana y los protagonistas, Esperanza Aguirre, Gallardón, Sáez de Santamaría, Dolores de Cospedal, Ana Mato entre otros, encabezados por Rajoy, entranban en

escena de la mejor manera posible en una campaña electoral: entre el público. Así, transmitían una imagen de humildad a la vez que la gente los saludaba sintiéndolos cercanos y amables. A continuación venía la prueba de fuego, la verdadera arma para ganar votos o incluso perderlos si no se sabe manejar correctamente, la que emitirían las radios y las televisiones a mediodía, la que ocuparía cuanto menos una columna en los periódicos o la que podría ser trending topic en Twitter: el discurso.

Rajoy pronunciando su discurso

La inauguración estuvo a cargo del alcalde de Leganés, Jesús Gómez, quien por fin gobernaba tras 32 años de socialismo en el llamado “cinturón rojo” de Madrid que según él, hoy ya no existe. El turno pasaba a Esperanza Aguirre, principal representante de la política popular por llevar en la presidencia de Madrid dos legislaturas en un mapa ampliamente rojo. Antes de hablar de medidas, calificó al gobierno, ahora en funciones, plagado de “rubalteros” y “zapalcabas”, para que los asistentes tuvieran aún más claro quiénes eran sus enemigos. Menos divertido era lo que tocaba ahora, enumerar algunos proyectos para mejorar la economía. Tras pasar ese trago menos agradable, Aguirre no podía abandonar el atril sin destacar a un Rajoy representante de la valentía y la verdad, el presidente que cualquier ciudadano quisiera tener. Con estos adornos, el candidato lo tenía fácil para poner un broche de oro, el público estaba a su favor.

VIDEO: Aguirre dice que los ciudadanos están hartos de "rubalteros" y "zapalcabas"

Sus palabras fueron para destacar la necesidad de un cambio, y un cambio a mejor que ejemplificaba con el caso de la comunidad de Madrid, con una economía creciente y un gasto en sanidad y educación públicas, una muestra algo confusa de que el PP había hecho los deberes. Después enumeró los nombres de los que formarían parte de su gobierno, destacando como característica esencial de este la competencia para afrontar la responsabilidad que requiere dirigir un país. Siguiendo la línea de oposición que suele hacer el Partido Popular, se colaron de manera intencionada unas frases con el fin de desacreditar al PSOE, apoyadas principalmente en el argumento que ya conocemos, el de los 5 millones de parados. El final estuvo marcado por el qué, algunas de las medidas que llevaría a cabo como un nuevo plan económico, apoyo a los emprendedores o austeridad; pero no por el cómo que es la parte más importante e interesante para los ciudadanos. Tiene una explicación y es que el riesgo era considerable en unos momentos como esos, recién comenzada la campaña no podía sorprender negativamente a los votantes, por lo que era preferible hablar pero no reflexionar demasiado sobre el futuro que les esperaría.

La guinda de este pastel, que estaba quedando perfecto, la pusieron sus últimas palabras: “se acabará el paro y seremos felices”. El público ya estaba desatado, poseído por la euforia y la embriaguez de la futura victoria. Nadie se planteaba en aquel momento si el “seremos felices” se cumpliría estando inmersos en una crisis tan grave, tal y como la había descrito el Partido Popular mientras gobernaba Zapatero. El sabor del mitin era demasiado dulce como para pensar que en algún momento desaparecería. En el fondo, era posible ser felices porque el gran problema, el PSOE, ya estaba fuera de juego. Nada que objetar ni al principio ni al final. Así transcurrió esa reunión de los mejores amigos que se reencontraban en una fiesta en la que solo cabía la alegría de verse y escucharse.



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